¿Es Gran Bretaña culpable de la problemática de Oriente Medio?

 Actualmente, seguimos siendo participes de los conflictos que ocurren en Oriente Medio en los territorios de Siria, Irán y Líbano en los que actúa el Estado Islámico, que actúan de forma violenta en el territorio y reclamando este territorio como propio, y junto a las reclamaciones de Palestina de que Israel es una nación nacida de los intereses propios de Occidente. ¿Podría ser todo esto culpa de Gran Bretaña?

El Imperio Otomano
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, aunque extenso en su territorio, al ocupaba desde zonas de Oriente Medio hasta Europa del Este ocupando parte de las actuales Grecia, Egipto o Irán, continuamente debía lidiar en sus fronteras con los pueblos persa, austriaco o el que siempre fue su mayor temor el ruso, con el cual compartía frontera al norte, sin embargo, también sufría las continuas campañas por parte de las naciones cristianas de conquistar Tierra Santa. Sin embargo, Inglaterra siempre se caracterizó por ser uno de los grandes estados europeos, destacando por su intenso comercio y que tras su declaración como un estado protestante buscaba aliados con los que enfrentar a la amenaza que era una Europa católica con estados como España o Francia como rivales.


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Esta relación comenzó con la pequeña cesión de ejército por parte de Inglaterra al Imperio Otomano en la guerra de Nicópolis y que posteriormente por necesidades de ambos de hallar un aliado en sus disputas, estas relaciones comenzaran a aumentarse por la mayor estabilidad económica inglesa en el período de Isabel I (1558-1603) y por la búsqueda en política exterior por parte de los ingleses de mejores relaciones comerciales exteriores. Esta mejora de las relaciones entre ambos imperios, supuso la mejora de relaciones comerciales mediante acuerdos de beneficio mutuo y por el interés mutuo de evitar la unión de una
Europa católica que sería imposible de vencer en combate.
 Esta alianza no evitó que el 1807, durante las guerras napoleónicas, se produjese la Guerra anglo-turca, en la cual Napoleón a cambio de que se le fuesen abiertas las puertas del canal ayudó a los turcos a sofocar una protesta en Serbia y que posteriormente en contra del consejo de los británicos, el sultán Selim le declarase la guerra a Rusia y no a Francia, aunque este conflicto se solventase posteriormente de forma pacífica con la firma de un tratado entre turcos e ingleses.


El siglo XIX fue un golpe de realidad para los intereses del Imperio Otomano, que comenzó a debilitarse, siendo víctima de una crisis política y social por la intromisión de altos cargos del ejército en altos cargos de gestión y la aparición de distintos nacionalismos a lo largo del Imperio por consecuencia de la unificación de alemanes e italianos, llegando a salir bien parada en muchas de sus disputas por la figura de una potente Gran Bretaña que actuaba como su defensora, siendo la principal responsable de la victoria contra los rusos en la Guerra de Crimea en 1850, pero que pocas décadas después experimentaría un cambio en su política exterior pasando de mantener alianzas con fines comerciales a dejar de interferir en conflictos apoyando a terceros, por eventos como la unificación germánica o el fortalecimiento que protagonizó Rusia, y preocupándose únicamente por sus propios intereses. Y los movimientos nacionalistas hicieron mella en el Imperio Turco con la independencia de Grecia en 1830 tras una década de intensos conflictos y que en el norte del continente africano tampoco se conseguiría paliar.

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A principios del siglo XX, se produjo la respuesta de los otomanos al cambio de la política exterior británica, desarrollando relaciones de cooperación con naciones como la alemana, que comenzaba a fortificarse en ese período, y produciéndose por el temor turco a las revueltas que acontecían en su territorio y la gran amenaza que era el gigante ruso al norte de sus fronteras. Guerras como la que les enfrentó a los italianos o la acontecida en los Balcanes habían agotado las
reservas del país y veían como única opción el aliarse con una de las potencias europeas del momento con el fin según palabras de Talat Pachá, mandatario durante el período de los Jóvenes Turcos, “de fortalecerse y mantener su comercio mientras que se organizaba administrativamente de forma eficaz” y la única que vislumbró en Constantinopla un gran aliado fue Alemania, viendo en los turcos la forma más sencilla de que se produjesen levantamientos en la población musulmana de La India y que tras prometerles el reconquistar los territorios perdidos los otomanos ingresasen en la Primera Guerra Mundial en su bando. Esto los llevaría a enfrentarse con el que en algún momento fue su mejor aliado, Inglaterra, en territorios del norte africano como Egipto o Gaza

El final del conflicto trajo la derrota de los otomanos, siendo sometidos por franceses e ingleses por un
acuerdo “secreto”, el Tratado de Sykes-Picot (1916), por el cual británicos y franceses acordaban el repartimiento del territorio otomano, un repartimiento de los territorios sobre los que ejercer influencia, que realizaron durante la consecución del conflicto bélico con escuadra y bolígrafo, recordando a como
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se realizó la colonización del continente africano. El inglés Sykes y el francés George-Picot fueron los que realizaron esta división con Francia controlando la actual Siria, Reino Unido controlando las zonas de 
Basora, Irán y Bagdad y Rusia con Armenia y parte de Kurdistán, mientras que Palestina se sometería a mandato internacional por parte de todas estas naciones. El desmembramiento y reparto del territorio posterior a la derrota del conflicto vino acompañada de numerosos incumplimientos de algunos de los pactos acordados con Italia y Rusia para el reparto del territorio, llegando a que los árabes que se levantaron en armas durante la Gran Guerra contra los otomanos tampoco lograsen su deseada “Gran Siria”. Sería el Tratado de Sévres el que le daría la forma definitiva a este tratado, Turquía logrando salvar solamente la península de Anatolia y Estambul, con el resto del territorio en forma de estados que reunían a toda clase de ideologías y grupos distintos, frente a estas nuevas naciones se colocaron a títeres al frente de estos por el interés de las potencias europeas, siendo desastrosa esta medida.

Sumado a esto sería en 1917, el británico Arthur James Balfour compareció de forma pública sobre la creación de una nueva nación en Palestina para el pueblo judío, hecho que molestó a los sionistas que habitaban el territorio y creando un clima de enfrentamiento abierto entre judíos y árabes en la zona, esto junto a lo anteriormente mencionado llevó a Oriente Medio a ser considerada la región más conflictiva a escala mundial, únicamente favoreciendo a los beneficios a corto plazo de los estados occidentales.

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