El milagro económico español de 1959

Nuestro país no siempre ha sido un país moderno y desarrollado como sí lo vemos las generaciones a partir del 2000. España, como cualquier otro, ha tenido etapas donde ha necesitado cambios urgentes en la economía para no quedarse atrás y al margen respecto a las demás potencias. Una de esas etapas lúgubres y oscuras por la que pasaron muchos españoles fue la posguerra. Antes de la Guerra Civil, España era un país con una economía subdesarrollada, centrada en la agricultura. Después de esta, el país quedó destrozado y su economía también. La autarquía del régimen franquista se asomaba a la puerta del estancamiento económico del país. Los años cuarenta y cincuenta fueron una etapa dura donde la autosuficiencia prohibió la posibilidad de encontrar capitales extranjeros y tampoco ayudaba que España estuviera sumida en una economía de guerra.

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Este periodo de autarquía, correspondiente a los años entre 1939 y 1959, impidió impulsar la economía. El aislamiento por las potencias extranjeras conllevó a que se impusiera esta política económica, que solo era querida por los artífices de este régimen. Se intentó llevar a cabo un proceso de industrialización apoyado por una política de sustitución de importación, que consistía en producir todos los bienes y servicios dentro del país sin tener que depender del exterior, y se optó por un sistema de tipo de cambio múltiples, es decir, por unos tipos cambio artificiales que se aplicaban dependiendo de la finalidad de la que se tratara. Asimismo, se priorizó la inversión pública como elemento clave para sacar a los españoles de la miseria.

No obstante, había un detalle que hizo que el proceso de industrialización fracasara: su forma de financiación. La industrialización se estaba financiando con recurso a la inversión pública, que se financiaba con deuda pública pignorable. Esto significaba que, en los tenedores del título de deuda pública, podían depositarlos en un banco siendo la garantía del crédito el título de la deuda pública. Luego, la deuda pública se podía pignorar pudiéndose recibir hasta un 90% del importe del valor nominal de ese título. Además, la contención del tipo de interés impuesta por el régimen hacía que el tipo de interés que tenía que pagar el que recibía el crédito fuera inferior al rendimiento que le producida el titulo de la deuda pública. La financiación de los salarios tampoco era la adecuada ya que estaba a cargo de la emisión de papel moneda. Por tanto, cuanto más dinero había en circulación, más alto eran los salarios, por consiguiente, más altos eran los precios, generándose una fortísima inflación.

Pese a que se impulsó la economía española hacia una financiación del crecimiento a través de la inflación, dentro de lo peor, que era el estancamiento en la pobreza, esa financiación era lo menos malo. La autarquía no permitía otra opción de política económica. Esto llevó a que el general Franco y su consejo se plantearan otra forma de sacar al país de la fuerte inflación que estaba generando un desequilibrio en la balanza de pagos, la cual colocó en cifras mínimas las reservas españolas de divisas. La llegada al gobierno de los tecnócratas en 1957, con Alberto Ullastres, como ministro de consumo y Mariano Rubio, de Hacienda, se llevó a cabo el famoso Plan de Estabilización de 1959. Para este plan, se tuvo que abandonar el sistema autárquico ya que se necesitaban capitales extranjeros.

Este plan tenía tres objetivos primordiales. El primero era eliminar el déficit presupuestario haciendo una reforma fiscal, que consistía en la reducción del gasto público y la subida de impuestos en algunos productos. Lo segundo era conseguir introducirse en el mercado internacional. Para ello, se liberalizó las inversiones extranjeras para poder recibir capital de otros países que ayudaran al desarrollo de la economía. Además, se necesitaba estabilizar los precios dentro del país para que también se ajustaran los precios internacionales, ya que como el tipo de interés en España estaba muy alto, era más fácil comprar en el exterior y esto provocaba un déficit comercial. Por último, era necesario ligar los salarios a la productividad y no a la inflación. De esta manera, si los salarios subían, significaba que la productividad en la economía era mayor.

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La década de los 60 consistió en un crecimiento económico exponencial. Este periodo llegó a conocerse como “el milagro español” ya que la economía del país se recuperó muy rápido, lo que hizo que la gente migrara a las ciudades para conseguir una mejor calidad de vida. Aún así, un cambio no tan positivo a corto plazo fue la devaluación de la peseta, que hizo que echaran a muchas personas a la calle por la imposibilidad del empresario a pagar todos los salarios. Como solución, el régimen, elaboró por primera vez unas medidas de subsidio que ayudaron a muchos españoles a no morirse de hambre tras haber perdido el trabajo. 

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Afortunadamente, España consiguió salir de ese agujero negro teniendo en ese periodo un crecimiento medio del 7% en el PIB y convirtiéndose en la décima potencia industrial. Fue un logro que trajo una mayor calidad de vida a los españoles y fue un ejemplo para otros países como Francia y Alemania, las cuales también optaron por planes de estabilización algunos años más tarde.


Comentarios

  1. Es increíble como se consiguió salir de tal sufrimiento, gran trabajo de investigación!

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  2. Conocía que España se había enfrentado a una autarquía durante un periodo de tiempo pero no sabia que había sido tan grave y que necesitase un plan de estabilización en 1959, muy útil para entender ese periodo económico y político.

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  3. Me ha parecido muy interesante el artículo. Estoy en segundo de bachillerato y estoy dando ahora el tema de la dictadura, así que me ha servido para entender mejor el tema. Espero más artículos así.

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