La compra de países y el miedo al neocolonialismo
En un mundo donde multimillonarios como Bill Gates, quién alberga un patrimonio neto que ronda los 8891 mil millones de euros, ¿no sería posible que se decantasen en algún momento por la compra una nación?
En
la actualidad, existen grandes millonarios como Jeff Bezos, director ejecutivo
de Amazon, o Elon Musk, fundador de SpaceX, que han amasado las grandes
fortunas del planeta y que encabezan los puestos de los mayores magnates a
nivel mundial con valores de cientos de miles de dólares, llegando inclusive a
superar a los valores de Producto Interior Bruto de países como Ucrania o
Marruecos.
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Si
buscamos una respuesta corta y breve a la posibilidad de existencia de comprar un país entero, comprando el territorio y declarándolo libre
de gobierno, la respuesta es que sí, aunque esta afirmación esconda una
complicada y bastante costosa realidad.
Y
la historia no ha estado ausente de episodios en los que países han comprado
territorios a naciones ajenas como la venta por parte del zar ruso Alejandro II
de Alaska en 1867 a Estados Unidos o la venta de Florida por parte de la España
de Fernando VII a Estados Unidos. Esto no sólo se queda en el pasado, ya que,
durante el mandato de Donald Trump, presidente estadounidense, sonaron rumores
de la posible compra por parte de Estados Unidos de Groenlandia a Dinamarca.
En
este último caso, fue el propio Trump el que lo calificó de “gran negocio
inmobiliario”, librando a Dinamarca de un gasto de 700 millones de dólares
anuales en logística, viendo en la compra una cuestión estratégica por su gran
extensión, la gran cantidad de recursos naturales disponibles en forma de
minerales, el potenciar su presencia en la geopolítica del comercio en el
Ártico que por razón del calentamiento global se está potenciando. Este caso
fue bastante polémico y terminó por la declaración por parte de la primera
ministra de Dinamarca en que la isla no estaba en venta.
No
todos los casos iban a involucrar únicamente a naciones, ya que este es el caso
de S. Kidman & Co, empresa de exportación de carne y cría de ganado,
ofreció al gobierno australiano la suma de 325 millones de euros por unos 100.000
kilómetros cuadrados. Esta operación sería congelada por el Tesoro australiano
por las dudas que le suscitaba dicha operación, esta misma situación aconteció
en Nueva Zelanda un año antes. Son Asia y África los continentes que mayormente
han realizado dicha operación, calculándose que habrán pasado a manos
extranjeras más de 40 millones de hectáreas
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Comprar
un país es posible, pero es un proceso de gran complejidad por el requerimiento
de acordar la compra y venta de este, dificultándose mayormente esta labor si
hablamos de territorios con regímenes democráticos por las ideas que puede
albergar la gente que habita dicho territorio de cambiar de manos y por no ser
una decisión ética el que se realice sin su consentimiento de acuerdo a dicha
maniobra, llegando a estar en desacuerdo si el tipo de gobernanza impuesta
difiere de la anteriormente establecida, pudiendo ocasionar la aparición de gran cantidad
de compensaciones a la población o implicaciones culturales que afectarían a la actividad
económica regional y pudiendo ser declarada opuesta a las ordenanzas del derecho
internacional. Se entiende, por lo tanto, que a día de hoy la compra y venta
del terreno ha pasado a la dependencia de la soberanía del pueblo.
Aparte,
se suma a este problema anteriormente presentado el que el mercado de venta de
territorios soberanos no esté en la actualidad muy desarrollado, es común el
valorar el valor del territorio en base a determinados índices como pueden ser
el Producto Interior Bruto o los recursos naturales que estos alberguen. Esto
hace que se complique la labor a la hora de intentar poner precio a la nación,
aunque esto se zanjaría a la hora de acordar con el bando vendedor la cantidad
a la que esta asciende.
Podríamos,
por lo tanto, zanjar esta discusión con que a pesar de que esta labor sea
posible, la complejidad de hacerse viable la acerca a la imposibilidad, sumándose el temor de ciertas naciones a lo que
sería visto como un nuevo colonialismo.
A continuación, aportamos un vídeo en el que explica la posibilidad de adquirir una nación y que se centra en la intención de compra de Groenlandia por parte de Donald Trump:
La verdad, era un tema que nunca me planteé. Apoyo a Trump en su candidatura de soberano de Groenlandia.
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